¡Hoy te quedas sin postre!

“¡Si no te comes las verduras, te quedas sin postre!”, “Si no estudias, no sales” y otras tantas cosas similares que usamos para que nuestros hijos hagan o se comporten exactamente como nosotros queremos. ¿Realmente funcionan?

La respuesta es NO y la explicación muy simple. La relación entre la situación que se nos plantea (y no nos gusta) y el castigo es realmente nula. ¿Qué tiene que ver que no le gusten las verduras con el hecho de comer o no postre? ¿Qué relación existe entre no estudiar o esa pereza y no salir? La relación es únicamente de castigo. Les estamos arrebatando algo que les gusta con el único fin de que nos obedezcan. ¿Crees que si consigues al final tu objetivo tu hijo realmente aprenderá? Olvídalo. Puede funcionarte a corto plazo, hoy. Sin embargo, tu hijo no va a aprender nada. Es como darle una galleta a nuestro perro cuando nos da la pata. El animalito asocia que, si lo hace, se lleva su premio, pero ¿crees que comprende por qué?

«El único propósito del castigo es la prevención del mal; nunca impulsará a nadie al bien.»

Horace Mann

Pongamos que tu hijo no ha hecho los deberes y quiere salir, cuando tú quieres que se responsabilice de sus tareas en primer lugar. ¡Cuidado! No estoy diciendo que haga lo que le dé la gana y no haya que transmitírselo, sino que hay que hacerlo de diferente forma. Y la mejor forma de que hagan o decidan algo es viendo las consecuencias de ello, no las de un castigo sin sentido, sino las reales: ¿qué gano o pierdo si no hago los deberes? ¿qué gano o pierdo si como o no verduras? Y lo mejor, Si te sirve de ejemplo, hace muchos años odiaba el deporte, y era vaga ¡pero con ganas! Sin embargo, el día que yo comprendí que hacer ejercicio me iba a hacer sentir mejor, a regular mi estrés, a mejorar mi circulación, a dormir mejor y un sinfín de cosas más, me puse a ello. Hoy es algo sin lo que no puedo vivir, ni quiero, porque ahora además me encanta. Esto funciona aún mejor si lo enfocas desde el ¿qué va a ocurrir si esto NO lo haces? En mi propio ejemplo, en su día podía haberme respondido que ganaría peso, que tendría más estrés, o que sufriría mayor agotamiento y falta de energía. ¿Te ha ocurrido alguna vez algo parecido? Haz memoria, estoy segura de que sí.

Te aseguro que si tu hijo piensa bien que si primero sale tendrá después menos ganas de hacer los deberes, y que no saldrá igual de tranquilo puesto que sabe que tiene algo pendiente o que si sale tendrá un poco más de margen para llegar a casa porque no tiene esa presión (sí, ya te hablaré de la confianza), no le cogerá el gustillo a comenzar con los deberes ni tampoco va a agradarle (yo tampoco vería la luz con ello), pero sí que va a priorizar de una manera diferente, y, sobre todo, a comprender el porqué. Eso es lo que nos importa. Si no te obedece al principio, cuando viva esas consecuencias en primera persona seguramente se acordará de tus palabras, y, como no es tonto, comenzará a mejorar su toma de decisiones.

Dale tiempo, eso sí. Nadie le ha enseñado y tú tampoco tienes que hacerlo. Simplemente deja que estas cosas se le revelen por sí mismas, que lo viva. Solo sé testigo y acompáñalo en un proceso de crecimiento que le cuesta, pero por el que merece la pena pasar.

Por supuesto, es mucho más rápido el “si no estudias no sales”. No obstante, ¿quieres que te haga caso hoy o quieres educarlo para el resto de sus días? Tú decides.

2 comentarios

  1. Muchas gracias por aportar tanto valor, me ha encantado el artículo, como padre reconozco que recurrimos al castigo con mucha facilidad. Los momentos en los que castigamos a nuestros hijos suelen ser momentos límites por llamarlos de alguna forma, momentos en los que el estrés, la incomprensión o el hecho que sea te hace explotar, de ahí que me excuse o justifique el castigar a mis hijos. Pero desde ahora entre las muchas cosas que estoy llevando a cabo en la educación de mis pequeños empezaré a explicarles el porque de las cosas y como repercute en ellos mismos, seguramente de esta forma evite el llegar a esos momentos límites que te hacen estallar y todo acaba en un «vete a tu habitación»

    1. Sería fantástico que los padres recordaseis más a menudo vuestra gran labor y lo mucho que hacéis por vuestros hijos. Partiendo de esa felicitación por algo que no todo el mundo se compromete a hacer: ser padre, mi granito de arena es aportar lo que a mí me ha servido en primera persona. No pretendo aconsejar, sino abrir nuevas perspectivas que os permitan probar o tomar esa conciencia desde otros puntos de vista. Te felicito por ser un padre tan abierto y dispuesto a probar cosas nuevas, Jota. Estoy segura de que solo por ese ejemplo de actitud tus hijos ya se sienten muy afortunados. ¡Gracias!

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