O lo que es lo mismo: “voy a ser médico porque mi padre lo es”.
El concepto de identidad tiene diversas fases en la adolescencia, esta podría ser considerada como el mejor atajo a la identidad adulta. Cuando un adolescente vive una crisis de identidad, muchos factores pueden ser determinantes en su camino. Hay que tener en cuenta que el entorno facilita o influye en la dirección de decisiones tomadas.
Para empezar, todas las creencias que el joven hereda de sus padres, de profesores o de la misma sociedad, juegan un papel muy importante en sus acciones. Si éste escucha de sus padres que “hay que trabajar duro para ganarse el pan”, comenzará a limitar su abanico de posibilidades cerrando puertas a aquellos empleos o tareas que no impliquen dicho trabajo duro. O bien, si ha aprendido que “hay que estudiar mucho para ser alguien en la vida”, hará lo posible por ser ese alguien, sintiéndose realmente fracasado e inmerecedor si no lo consigue. Recordemos que lo que el joven conoce como válido es todo aquello que cualquiera de esas figuras autoritarias le transmiten o enseñan.
Consideremos, de igual modo, que las decisiones que tomamos o las ideas que tenemos se basan principalmente en las experiencias, propias y de otros, y que, en sí mismas, no son verdades absolutas. Sin embargo, esta experiencia unida a los valores que defendemos, condicionan de manera importante aquellos consejos y aquel ejemplo que transmitimos al adolescente. Cuando este joven se encuentra ante una situación desconocida o nueva, su instinto de supervivencia apuesta directamente por aquella experiencia vivida por algún familiar, al cual tomará principalmente como referente para actuar y reaccionar.
Unido a todo esto y no menos importante se encuentran las expectativas. El mero hecho de tener unas ideas sobre lo que nuestro hijo o alumno debería ser hace que actuemos de tal manera que propiciemos esos gustos u objetivos en su vida. Lo más esencial aquí es preguntarnos a costa de qué queremos esto, ¿su salud, sus sueños? Y lo más importante, ¿es imprescindible todo esto que yo deseo para él?
Ciertamente, en la mayoría de los casos no nos detenemos a pensar en que ellos son autónomos y dueños de sus vidas y decisiones, por mucho que nos pese. Debemos apoyarles, siempre y cuando les veamos capaces de tomar conciencia de lo que hacen y asumir su responsabilidad. Nuestro deber es prepararles para tomar esas decisiones, no para tomarlas con ni por ellos. Al fin y al cabo, es lo más bonito que podemos hacer por mejorar sus vidas.
“Si amas una flor, no la recojas. Porque si lo haces esta morirá y dejará de ser lo que amas. Entonces si amas una flor, déjala ser. El amor no se trata de posesión. El amor se trata de apreciación.” Osho