Identidad Adolescente II: La identidad Difusa o «Mi hijo está perdido»

¿Tu hijo no sabe lo que quiere? ¿No le motiva ni le gusta apenas nada? ¿No tiene pensamientos sobre su futuro o sobre aquello a lo que querrá dedicar su tiempo y talento? ¿Se encuentra apático y desmotivado? Si bien hablamos en su día de una identidad hipotecada, aquella en la que un joven se encuentra cuando su vocación o sus expectativas profesionales, e incluso personales, siguen un patrón familiar, hoy hablamos de identidad difusa.

La identidad difusa en el adolescente se caracteriza por una apatía general. Estos jóvenes no saben responder a esa típica pregunta: y tú, ¿qué quieres ser de mayor? No lo tienen claro. Sin embargo, lejos de tenerlo más o menos decidido, lo sorprendente de esta etapa es más que la falta de decisión (puramente propia de la adolescencia y perfectamente normal) la actitud de desidia ante ella: no sé que quiero, pero ya si eso pensaré en ello otro día. ¿Te resuena?

¿Por qué ocurre esto? Sencillamente, porque estos jóvenes no saben ni por dónde empezar a buscar. Desconocen todas las opciones que tienen, y lo que es más importante: no se conocen lo suficiente. Imaginemos la siguiente situación, nosotros padres y educadores. Hemos sido invitados al cumpleaños de un «amigo» de esos que vemos una vez al año y con el que apenas no guardamos contacto, y del que sabemos más bien poco. No tenemos ni idea de si a esta persona le gusta el deporte, si será preferible regalarle un libro, si, por el contrario, preferirá algo de música y de qué tipo o qué ropa le gustará. Muy probablemente, elegiríamos algún regalo estándar como una colonia, ¿verdad? ¡Con lo fácil que nos resulta elegir regalo para nuestro mejor amigo! Y cuando es difícil, es porque nos debatimos entre varias muy buenas ideas.

Esto es lo que les ocurre a nuestros chicos a grandes rasgos. De repente (ellos lo sienten como algo repentino) son mayores, de repente tienen más que estudiar y más deberes a los cuales no les ven sentido y tan solo memorizan, en sus ratos libres preparan esas asignaturas, y un buen día en medio de todo ese barullo alguien les dice que espabilen, que tienen que elegir algo ya porque el instituto llega a su fin. ¿Cuánto tiempo han tenido estas PERSONAS para crecer personalmente? No saben qué les gusta, desconocen en muchos casos qué cosas les hacen sentir que el tiempo pasa volando, no se sienten atraídos hacia algo en concreto y…pasan. Toda esa tarea «les viene grande» y lo más fácil es pasar.

Entonces, ¿qué puedo hacer yo por él o ella?

Sin duda alguna, fomentar su crecimiento personal será fundamental. (Hablaré más de ello en el próximo post) Nosotros nos sentimos más reales cuando disfrutamos de vacaciones lejos de todo y nos descubrimos riendo a carcajadas o disfrutando de las cosas más simples. Esto ocurre porque reconectamos con la persona que somos y dejamos al «tiene-que» en casa. Y, ¿cómo lo hacemos?

  • Apoyo constante: ellos necesitan saber que estamos ahí. Seguramente tu hijo alguna vez, aun cuando os entendéis fatal, te viene contando sus cosas o te llama para saber dónde estás. Puede que no lo pidan directamente, pero te necesitan ahí.
  • Sé paciente. El decidir sobre qué quieres para tu vida (cosa que a veces ni nosotros mismos sabemos) implica descartar otras cosas, sacrificio y mucha seguridad. No pretendas que tome decisiones importantes en cortos periodos de tiempo.
  • No fuerces nada. No sirve de nada obligar a pensar, obligar a que algo guste, obligar a probar. Recuerda tu propia adolescencia. La mejor manera de aprender a tomar decisiones es que nos apoyen pero respetando el espacio de quien toma la decisión final (nos guste esta o no).
  • Habla y escucha. Pero de verdad. Más que aconsejar, pregunta. ¿Cuándo fue la última vez que algo te hizo sonreír de verdad? ¿y la última vez que sentiste que estabas disfrutando con algo? ¿qué te gustaría hacer si tuvieras más tiempo? Pregunta. Eso hace que ellos se pregunten a sí mismos, y si no te responden al momento no sufras, ese runrún quedará en su cabeza. Y escucha, si te responde escucha atentamente, no solo palabras sino también sentimientos. Ofrece tu consejo solo si te lo pide. A veces ni siquiera los quieren, solo sentirse escuchados.
  • Resalta lo positivo de su estado. En ese estado de desmotivación y desidia, tu hijo aprende igual. Tal vez no sabe lo que quiere, pero sí lo que no quiere. Si a todo lo que ve a su alrededor le dice «no», tal vez necesita probar cosas a las que pueda decir «sí». Hay que saber comunicarles que el sentir inseguridad sobre sus decisiones y sobre qué hacer es perfectamente habitual, y que no es negativo, solo una etapa más. Refleja tu apoyo de nuevo y ofrécele (sin obligar) opciones o ayuda profesional.

No desesperes, y sobretodo…disfruta de cada etapa, también tiene mucho que enseñarte a ti.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *