La educación consiste en mucho más que los conocimientos, que trasmitir, que educar la mente y la persona. Olvidamos utilizar y sacar provecho del entorno educativo, algo que puede estimular significativamente nuestros resultados como educadores, ya sea dentro del ámbito familiar, escolar o profesional.
Este entorno educativo abarca el contexto físico, el contexto del educador y los procesos educativos elegidos, tanto en casa como en la escuela. En el presente artículo hablaremos del entorno físico.
Luz: siempre que nos sea posible hay que abogar por una luz natural, que favorece el aprendizaje, ayuda a enfocar y preservar la atención o previene enfermedades. Es mejor ofrecerles un lugar luminoso.
Hay que mencionar aquí el uso de pantallas. El uso de esta luz de dispositivos móviles u ordenadores activa la hormona del estrés, el cortisol, que tiene influencias negativas sobre el ánimo, la memoria y el aprendizaje. Eso sí, los estudios recalcan que especialmente resultan negativos durante la noche, ya que están diseñados para trabajar durante el día. Como con todo: moderación.
Ventilación: un espacio aireado, fresco y oxigenado permite una mejor atención y siempre favorecerá el aprendizaje. Entre clase y clase, es conveniente abrir ventanas o puertas. Y lo mismo con la habitación de estudio. Lo adecuado sería airear antes de trabajar y cada cierto tiempo si se prolonga.
Temperatura: Del mismo modo, en espacios muy cerrados y con mucha gente, la energía sube la temperatura. Un espacio demasiado cálido adormecerá al joven. Los espacios más frescos, por otra parte, activarán su energía. Eso sí, sin llegar a un punto molesto, lo que desviaría la atención.
Acústica: lo mejor en las escuelas es usar la insonorización y llegar a acuerdos con el resto de grupos para no interrumpir las sesiones de unos u otros.
Distribución de elementos: en las aulas, la distribución más común es de mesas mirando hacia la pizarra o profesor. Sería interesante probar cosas nuevas: mesas en grupos de cuatro, en forma de U circular… hay muchas opciones en las que hay que tener en cuenta la jerarquía. ¿Quién es el importante en el proceso educativo? El alumno. Por tanto, así habría que hacérselo ver. El profesor puede ser uno más en un círculo. En casa, habitualmente el problema es de espacio, y las mesas suelen estar mirando a la pared.
Las mesas y sillas del aula tienen normalmente la misma altura, son duras e incómodas. Debemos respetar el principio de ergonomía: que el mobiliario se adapte a nosotros. Si es posible, se podría incluir algún puf en el que descansar o proponer una zona para estirarse o relajar la espalda, un rincón de lectura… En casa, se recomienda el uso de silla ergonómica y mesa con altura adecuada.
Decoración: un espacio muy recargado genera un gran impacto visual y con ello mucha distracción. Es preferible una tendencia al minimalismo general y la creación de rincones aparte (áreas de trabajo por ejemplo al fondo de la clase o pósters que no estén a la vista desde el escritorio en casa).
En cuanto al color, prefiere los neutros o relajantes, como el vainilla, el azul, el verde o el morado, y siempre en su versión suave.
Ya sabes, el dónde sí importa. Y, si bien es cierto que podemos vernos limitados en algunos de estos puntos, hay muchos otros que podemos mejorar de manera sencilla. Porque un entorno agradable hace un aprendizaje agradable.