¿Por qué los adolescentes
necesitan sentirse importantes?
Bullying, uso masivo de redes sociales, búsqueda de las marcas y modas a la hora de vestir, deseo por la tecnología más atractiva y puntera, la imagen como lo más destacado de uno mismo… Quieren diferenciarse y, al mismo tiempo, se encuentran sumidos en el mismo bucle que el resto de personas de su edad. ¿Cuál es el porqué de esta paradoja?
Siempre que nos enfrentamos a un sinsentido es muy probable que detrás de éste haya creencias y razones subyacentes que permanecen ahí, escondidas, que no podemos obviar. Los jóvenes de hoy están rodeados por el progreso, han crecido y siguen creciendo en entornos tecnológicos, lo que resulta chocante y absolutamente lejano de aquello para lo que se están preparando en el instituto.
Además, al igual que a los menos jóvenes, se les bombardea con mensajes tales como «tú sí que vales» o «eres lo más importante de tu vida». Sin embargo, al mismo tiempo que se les «sugiere» socialmente lo importante que es que cumplan unos cánones de belleza o estándares profesionales.
Se sienten perdidos, sin duda. ¡Para no estarlo! Hay ciertos aspectos imprescindibles en la vida de una persona, y encontrar su lugar en el mundo es quizás el más esencial de todos.
Sin embargo, cuando el mundo va tan deprisa y te dicen cómo ser, paradójicamente te dedicas únicamente a adaptarte, no a ser como realmente eres.
Hoy en día no nos da tiempo a ser nosotros. Los jóvenes se han perdido a sí mismos para ser uno más, integrarse y tener un lugar en un entorno que ni comprenden. Y esto ¿cómo se hace? Imitando ropa y comportamientos, queriendo lo mismo que el resto y viviendo vidas que no son suyas.
Lo que los jóvenes sienten, a diferencia de lo que hacen, es algo diferente. Sus fotos en las redes muestran su máscara, aquello que necesitan que otros acepten. Aparentan ser los amos del universo, cuando en realidad están sufriendo mayores índices de depresiones, bullying, suicidios, ansiedad o desmotivación que en épocas anteriores.
Y es muy triste reconocer que nuestros jóvenes no tienen ganas de vivir y solo se conforman con sobrevivir. Por tanto, ya no son uno más del montón, sino uno menos, puesto que no reconocen su importancia y valor, o sienten que no llegan a cumplir expectativas sobre ellos.
Hoy en día no nos da tiempo a
ser nosotros
Como se sienten perdidos y no saben lo que quieren realmente, simplemente se dejan llevar en esa lucha entre lo que son y aquello que deberían ser. Saben que viven una vida que no quieren, pero no saben vivirla de otra manera. Y es en este punto donde posiblemente podría decirse que nosotros debemos actuar, sin embargo, debemos ser cuidadosos.
Llegados a este punto, lo más sencillo sería darles consejos puesto que hemos pasado por esta etapa. No obstante, olvidamos que nuestras vidas eran diferentes, nuestro entorno diferente, nuestras circunstancias diferentes. Siempre podremos contarles historias que les puedan inspirar, pero no más.
El resto les pertenece, su vida les pertenece. Si lo que no saben es cómo vivir felizmente no les digamos cómo hacerlo, facilitémosles herramientas para que lo descubran. Es más, seguramente su idea de felicidad ni siquiera coincida con la nuestra.
En un mundo como el de hoy en el que reina la apariencia, necesitamos ser más y tener menos. ¿Cuántos jóvenes no hay que tienen muchísimo más de lo que necesitan y no se motivan con nada? ¿No nos da esto pistas de que estamos perdiendo futuras personas brillantes en pro de contentarles con pertenencias y satisfacción instantánea? Facilitémosles sentirse uno más por su valor único y no uno menos por adaptarles al «valor» del resto.
El resto les pertenece,
su vida les pertenece
(Artículo originalmente escrito para INED21)