Tu imagen en el espejo

¿No estás cansado de ver tíos cachas en los anuncios de perfumes? ¿No te sientes ninguneada cuando ves a esas súper modelos anunciar esas cremas milagrosas para la celulitis? ¿Observas a tu alrededor en el instituto y la imagen de cualquier otro te gusta más que la tuya propia? Si estas cosas no te afectan, tienes mi enhorabuena. Eso sí, si a veces estos detalles tienen un mínimo impacto negativo en ti… te animo a seguir leyendo.

La sociedad nos ha vendido (de eso se trata, de marketing) una imagen que dar. Nos ha plantado delante tanto estereotipo de medidas, pelo perfecto y estiloso, formas de vestir e incluso modas temporales y absurdas (¿recuerdas la de la separación de dientes?) que no damos abasto, no encontramos nuestro propio estilo o personalidad. Lo peor no es eso, no se trata de que te entristezcan los cuerpos que ves en la tele, sino a tu alrededor, ¿me equivoco?

Probablemente estarás pensando ahora mismo que sí, que has oído eso de la belleza interior mil veces y de que la naturalidad es lo más maravilloso. Sin embargo, observas a tus amigos o compañeros y compruebas cómo les gusta la guapilla y estilosa de la clase, o cómo todas miran al súper guaperas de turno. Esto rompe tus esquemas y hace que muchas veces te sientas inferior.  ¿Cómo recuperar esa sensación de valor personal? Es sencillo solo si quieres que lo sea. Te doy algunas pautas a seguir que te ayudarán a ello:

  1. No te compares. De acuerdo, es fácil decirlo, pero ¡los hábitos también se adquieren! Supongo que algún día te comenzaste a habituar a organizarte, a estudiar, a llevar una rutina de ejercicio… ¿verdad? Pues la buena noticia es que la autoestima también se entrena. Siempre pregúntate, ¿por qué me comparo con esta persona? ¿es mejor que yo hasta qué punto? ¿quién lo dice? ¿en qué soy yo mejor? Y seamos francos, si vas a compararte, ¿por qué no lo haces con alguien a quien consideres o sientas «inferior»? NO TE QUITES VALOR.
  2. Cuídate. Es cierto, nuestro físico es muy importante, pero no por la belleza en sí, no por imagen sino por SALUD. Lo que importa es tu energía. Quizás hayas notado que esos días en los que despiertas con ganas de comerte el mundo tu actitud, el cómo te ves y tus actividades en general mejoran. Eso ocurre aun siendo la misma persona del día anterior. Además de alimentarte bien, de hacer algo de ejercicio, de pasar algo de tiempo al aire libre o dormir bien, ¿qué te da energía? Arréglate algo más si sube tu ánimo, pasa un poco de tiempo más al sol si te da alegría, toma más fruta si te sienta bien, da un paseo después de la cena si te relaja… La clave está en que te mimes.
  3. Mírate un poco más en el espejo. Puede que esto no te guste demasiado o te resulte ridículo pero, ¿qué ves? ¿qué te encanta? ¿qué no te gusta y cómo podrías sentirte un poco mejor con ello? Es muy importante que te piropees o te digas tú mismo algo bonito de vez en cuando. Seguro que tu mejor amigo no es el más guapo del mundo pero, ¿a qué te gusta elogiarlo de vez en cuando? ¿y qué te impide hacer eso mismo contigo?
  4. Pregunta a los tuyos. En ocasiones hasta que no decimos algo en alto o no nos lo dicen no somos capaces de verlo. Esto ocurre porque nuestra mente nos juega malas pasadas. Te reto a que pidas a algunas personas de tu alrededor que te digan una o dos cosas que les gusten de ti, físicas o personales… ¡Te sorprenderá el resultado!
  5. Eres más que una cara o un cuerpo. No lo olvides, tu padre, tu abuela o tu profe han tenido tu edad y ahora no están igual que entonces. Por supuesto, hay que cuidar nuestro físico, pues es el templo en el que vas a vivir hasta el último día, pero recuerda: tú no eres tu físico, eres tu cuerpo, tu mente, tu actitud, tus emociones y mil cosas más, y solo el cúmulo y el desarrollo de todas estas áreas hará que te sientas más o menos feliz.

El valor de una persona lo definen muchas cosas. Recuerda que el mundo físico es relativo, cuestión de gustos. No cedas todo el poder y valor de lo que eres a algo tan subjetivo como la imagen, pues solo verás en el espejo lo que quieras ver. Y tú…¡eres mucho más que eso!

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